Un empate, que ¿preocupa?
El Franco Muggeri fue testigo de una de las semifinales del reducido de la Primera "D", entre Juventud Unida y Liniers. Partido en el cual no hubo un ganador, sino que terminó en un empate en uno. De esta manera, los de Muñiz, desaprovecharon la oportunidad de disputar con más tranquilidad el partido de vuelta; pero luego de que finalize el encuentro no se mostraron preocupados.
En el primer tiempo se vio un Lobo, muy parecido al que sufrió frente a Midland en el segundo encuentro de la primer fase. Con poco dominio de balón, incomodo dentro de la cancha, pero quizas con un poco más de seguridad en la linea defensiva. A lo largo de estos 90' minutos, Alcides Biderbost, Luis Orquera y Jorge Gaitan se transformaron en los pilares del equipo, robando y despejando cualquier llegada peligrosa del Celeste, que, sorpresívamente para muchos, salió a buscar el partido desde el minuto cero. Poco hicieron los de Muñoz para ganar terreno en la disputa, generando una única jugada "peligrosa", tras un centro de Ignacio Martinez y un Cabezazo débil de Gonzalo Jimenez, que contuvo con gran facilidad el arquero de la visita. Ocasiones para marcar fue lo que faltó, pero lo que sobraron fueron "horrores" e irregularidades del arbitro del encuentro: Marco Arias, uno de los peores de la divisional.
En los segundo 45' llegaría la acción, con el gol de Mario Tartaglia para Juventud, que con una definición exquisita, como aquellas obras de arte con las que nos acostumbraba Batistuta; tras una gran habilitación de Ignacio Martinez. No duraría mucho la alegría para los locales, porque a los pocos minutos, la pelota picó mal sobre pasando al capitán Orquera, dejando totalmente en soledad, al tanque Diego Mendez, quien con gran maestría se la pico por encima al arquero Pablo Baez. No paso mucho más, sólo algunos remates y cabezazos, producto de tiros de pelota parada. Lo que sí creció fue el mal arbitraje, porque este personaje vestido de negro, que estaba encargado de dirigir la contienda, cobró faltas inexistentes e ignoró las que tenía que cobrar, lo que resultó una falta de respeto para los jugadores de ambos equipos, los entrenadores y dirigentes, sin olvidarse de los simpatizantes. Haber si el ente a cargo de designar el arbitraje de los partidos escoge a los mejores dentro de cada divisional, para ahorrar estos bochornos.
En el primer tiempo se vio un Lobo, muy parecido al que sufrió frente a Midland en el segundo encuentro de la primer fase. Con poco dominio de balón, incomodo dentro de la cancha, pero quizas con un poco más de seguridad en la linea defensiva. A lo largo de estos 90' minutos, Alcides Biderbost, Luis Orquera y Jorge Gaitan se transformaron en los pilares del equipo, robando y despejando cualquier llegada peligrosa del Celeste, que, sorpresívamente para muchos, salió a buscar el partido desde el minuto cero. Poco hicieron los de Muñoz para ganar terreno en la disputa, generando una única jugada "peligrosa", tras un centro de Ignacio Martinez y un Cabezazo débil de Gonzalo Jimenez, que contuvo con gran facilidad el arquero de la visita. Ocasiones para marcar fue lo que faltó, pero lo que sobraron fueron "horrores" e irregularidades del arbitro del encuentro: Marco Arias, uno de los peores de la divisional.
En los segundo 45' llegaría la acción, con el gol de Mario Tartaglia para Juventud, que con una definición exquisita, como aquellas obras de arte con las que nos acostumbraba Batistuta; tras una gran habilitación de Ignacio Martinez. No duraría mucho la alegría para los locales, porque a los pocos minutos, la pelota picó mal sobre pasando al capitán Orquera, dejando totalmente en soledad, al tanque Diego Mendez, quien con gran maestría se la pico por encima al arquero Pablo Baez. No paso mucho más, sólo algunos remates y cabezazos, producto de tiros de pelota parada. Lo que sí creció fue el mal arbitraje, porque este personaje vestido de negro, que estaba encargado de dirigir la contienda, cobró faltas inexistentes e ignoró las que tenía que cobrar, lo que resultó una falta de respeto para los jugadores de ambos equipos, los entrenadores y dirigentes, sin olvidarse de los simpatizantes. Haber si el ente a cargo de designar el arbitraje de los partidos escoge a los mejores dentro de cada divisional, para ahorrar estos bochornos.
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