CARLOS BELLO
“De día estoy en la cancha, y de noche estoy en el horno”
Un arquero que la amasa y la “pizza”… pero fuera de la cancha.
Muchos lo califican de loco, de inconciente y hasta a veces de desquiciado, pero esas actitudes las guarda solo para defender los tres palos de su equipo. Esas manos gigantes que durante el día atrapan la número cinco, descuelgan los centros y rechazan los pelotazos, a la noche pertenecen a un maestro pizzero. Carlos Bello, conocido mediáticamente por integrar Atlas La otra Pasión, ahora también es reconocido por amasar las mejores pizzas en “
“Estaba teniendo unas complicaciones en el tema económico con Atlas, y Néstor me ofreció laburar acá, me pregunto si me animaba” cuenta en la intimidad el arquero y se muestra agradecido al entrenador que lo dirigió en el equipo del Reality Show. No dudó en aceptar la propuesta, priorizando el bienestar de su familia.
“Sale una con Muzza” y “Salimos jugando” son las frases comunes que utiliza el Fantasma, como lo llaman sus compañeros, en sus diferentes ámbitos. Sabe que el entrenar por la mañana y trabajar por la noche, conlleva un ritmo de vida agitador, pero también entiende que su amor por el fútbol es tal que no le permite abandonar las canchas. “Me estoy acostando a las 2 o 3 de la mañana y a las 6 ya me levanto para ir a entrenar” puntualiza Bello y aclara que a este deporte no lo toma como un hobbie, porque siempre carga con el hambre de triunfar y siempre busca salir campeón, sea el equipo que sea.
La agarra, la para, la amasa, la “pizza” y la saca; estas podrían ser características carentes por Carlos como jugador, pero no como maestro pizzero. “Empecé en la decoración, y ahora estoy en el horno, hago las empanadas, el relleno, un poco de todo” explica el arquero, recientemente incorporado por Juventud Unida para la próxima temporada.
La masa ya leudó, el horno está a punto, y este personaje que nos regala el fútbol ya se colgó su delantal y se puso el gorrito, preparado para deleitar con sus manos, no solo a los hinchas del Lobo del hospital, sino también, a cada uno de los clientes de “
Por Maximiliano Rossi Ovejero
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